Compositor soviético. Su
producción abarca todos los géneros: la ópera, la comedia musical, la sinfonía
a la miniatura para piano, la música concertante, la cantata, el cuarteto de
cuerda y la música para el cine. Autor prolífico, escribió un total de 147
números de opus, correspondientes muchos de ellos a obras que hoy se cuentan
entre las páginas más interpretadas y grabadas del repertorio.
Sin embargo, a pesar de ser
considerado, junto a Prokofiev, el compositor más representativo de la
desaparecida Unión Soviética, su carrera no fue fácil: premios y
condecoraciones -entre los que se contaban los Premios del Estado y Lenin y la
distinción de Artista del Pueblo-, se alternaban con continuas persecuciones y
condenas por parte del mismo régimen que lo laureaba, bajo la acusación de
realizar una música antipopular y en exceso moderna. Todo ello dejó su huella
en el estilo de sus últimas composiciones, caracterizadas por un tono amargo y
sombrío, así como también por una crudeza que contrasta con el espíritu jovial
y desenfadado de las primeras.
Nacido en el seno de una
familia en la cual la cultura ocupaba un lugar importante, Shostakovich recibió
sus primeras lecciones musicales de su madre, pianista profesional, a una edad
que se puede considerar relativamente tardía, los nueve años. Ante sus grandes
progresos, en 1919 ingresó en el Conservatorio de Leningrado, en donde tuvo
como principal maestro a Aleksandr Glazunov. Huérfano de padre desde 1922,
Shostakovich proseguía sus estudios al mismo tiempo que, para mantener a su
familia, tocaba en diversas salas de cine como pianista acompañante.
El estreno en 1926 de su
sorprendente Sinfonía núm. 1, escrita en ocasión de su graduación en el
conservatorio, atrajo inmediatamente sobre él la atención del mundo musical.
Las obras inmediatamente posteriores, como la ópera La nariz o el ballet La
edad de oro, no hicieron sino confirmar el talento de un joven compositor
especialmente dotado para la sátira.
La carrera ascendente de
Shostakovich sufrió un inesperado revés con el estreno en 1934 de su segunda
ópera, Lady Macbeth de Mtsensk: entusiásticamente recibida por el público,
tanto en Leningrado como en su posterior escenificación en Moscú, fue retirada
de cartel tras la aparición de una crítica en el diario oficial Pravda,
titulada Caos en lugar de música, en la que se acusaba al compositor de haber
escrito un «concierto de aullidos», ajeno a los presupuestos de la música
socialista, que debía ser clara y fácilmente asequible.
Se iniciaba así una larga y
contradictoria relación con el régimen estalinista: mientras en Occidente era
considerado el compositor oficial soviético, en su propio país Shostakovich
hubo de sufrir las injerencias de sus autoridades culturales, a pesar de lo
cual, y pese a su aparente aceptación tácita de los preceptos del realismo
socialista, consiguió mantener siempre su independencia creativa.
Los estrenos de la clásica
Sinfonía núm. 5 y, sobre todo, de la patriótica Sinfonía núm. 7 «Leningrado»,
símbolo de la lucha del pueblo ruso contra el invasor nazi, rehabilitaron a un
compositor que en 1948 volvió a ver de nuevo prohibida la ejecución de sus
obras bajo el estigma del formalismo.
Tras la muerte de
Stalin en 1953, la música de Shostakovich se hizo más personal, y se tradujo en
una larga serie de partituras presididas por la idea de la muerte. Es el caso
de las tres últimas sinfonías y de sus cuartetos de cuerda, un género que el
compositor convirtió en el medio idóneo en el que expresar sus preocupaciones y
miedos de una manera privada, sin necesidad de recurrir a máscaras o disfraces.
Su música, sobre todo la de estos años postreros, ha influido considerablemente
sobre la de sus compatriotas más jóvenes, como Alfred Schnittke o Edison